Burdel Poquianchi Parte I

   

Delfina, María de Jesús, María del Carmen y María Luisa "Eva"; las cuatro hijas de Isidro Torres mudaban de cobijo por el abuso de su padre, un policía que asesinó la inocencia de un falso ladrón de caminos, su delito, problemas con Isidro. Un padre violento que reprimía con golpes cualquier provocación. Carmen, con el cuerpo adolorido y el alma desgastada, decide escapar impulsada por su adolescencia, su destino se vio truncado por Isidro que al encontrarla encarcelaría su cuerpo y su memorias, durante 14 meses la cárcel fue su sanación, presa en un lugar seguro, mientras Isidro y su familia abandonaron a Carmen y al pueblo, perseguido por una estela de odio y terror. Huir y comenzar la vida futura en el Salto, sin apellidos incriminatorios, sin pasado, sin metas próximas, sin ejecuciones obligadas a ser vistas, pero con el mismo maltrato paterno y fanatismo religioso materno. Las tres hermanas apresadas en sus dormitorios lograban su libertad intermitente sólo en el camino de la casa a la fábrica textil, al instante Carmen salía de la cárcel en compañía de un “Gato”, Jesús Vargas, quién dilapidó las ganancias de una pequeña cantina que abrió con Carmen, ella alargaba su abandono, pero de manera inminente se alejaron por siempre en ese mismo instante Isidro dejó de arriar la tierra y se desvaneció entre la siembra, con sus muertes aterrando su mente, dejando una pequeña herencia de dinero manchado color sangre.

Delfina con un terror por la pobreza y con la mente tan sucia como su padre, decide utilizar el dinero e invertir en un negocio seguro, una cantina que junto al alcohol vendía la carne de mujeres servidas en platos hondos con una delgada sabana y una muy secretada almohada, el dinero pulula sin control y la nueva sucursal está casi lista, se ve un local casi hotel en las calles de Lagos de Moreno donde se rentan habitaciones para encuentros casuales-carnales-violentos. A medida que el efectivo corría entre los dedos de Delfina y el “Guadalajara de noche” se llenaba de pura perversidad, la ambición se transforma en vapor infinito expedido por su poros en forma de gotas azufre y cubre el aura de Delfina obligando a sus prostitutas a una esclavitud económica, a defender nada más que sus cenizas, nada les pertenece y las necesidades materiales son cubiertas por Delfina con el pago exagerado de una nube negra cubriendo la mirada triste bajo el maquillaje de las prostitutas.

Carmen convenció a Delfina para que de alguna manera el “Guadalajara de Noche” se convirtiera en un burdel legalmente establecido, así se construían los cimientos de un local obscuro, invisible, melancólico, de un susurro final al término de una eyaculación. La prosperidad llevo al desenfreno al silencio confesado y a la restauración de una sociedad llena de hipocresía y falsedad. Carmen y Delfina corriendo delante de sus corazones esperando no ser alcanzadas, viviendo amaneceres sin sombra malgastando el alma y la soledad, con sedantes para el color del sol. Legalmente el burdel abrió desinfectado por autoridades corruptas.

Percastre