Enumerar la cantidad de cosas y sucesos que han acontecido en todos estos años sería una tarea titánica.
Sin embargo, hay un ejemplo que podría perfectamente retratar ese antes y después.
Mi forma de vestir.
Antes, bien lo recuerdo, mi apariencia física no importaba, ponía siempre por delante mi intelecto y eso me hacía sobresalir sin mayor problema.
Sin embargo y muchas gracias a ella, pudo convencerme de lo bien que se siente vestirse como uno quiere y no como uno puede.
Hasta la forma de caminar cambia.
Bendito todo aquel que puede aprender y el universo bendiga a toda aquella persona que quiere enseñar.
Esa es una de las mil millones de razones por las que amo profundamente a mi Levi.
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