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miƩrcoles, 18 de junio de 2014

Los Olvidados

¿QuiĆ©n no ha visto en alguna parte de la gran ciudad a algĆŗn indigente, un vagabundo o una persona en calidad de extrema pobreza? En 1950, un director espaƱol de cine, Don Luis BuƱuel, ya habĆ­a retratado con su lente mĆ”gico y su visiĆ³n Ćŗnica de la vida urbana, lo que sucedĆ­a en el submundo que no querĆ­amos ver.


LUIS BUƑUEL (1900-1983)

BuƱuel cuenta en su haber, con innumerables filmes de calidad Ćŗnica e irrepetible, grandes obras que se han convertido en pelĆ­culas de culto. Sin embargo, su obra cumbre es Los olvidados una pelĆ­cula que nos muestra en toda su crudeza la realidad de los barrios marginales (ciudades perdidas, favelas en Brasil o cantegriles en el Uruguay) del Distrito Federal de los aƱos 50, que bien podrĆ­a ser la realidad de cualquier ciudad actual.


La trama narra la historia de los habitantes de un barrio marginal, especialmente de dos jĆ³venes que cruzan sus vidas de forma trĆ”gica: Pedro y El Jaibo quienes con el lenguaje florido y caracterĆ­stico de la Ć©poca, van caminando hacia su perdiciĆ³n y, aunque la sociedad los ha conducido al punto de degradaciĆ³n moral en el que se encuentran, serĆ”n sus propias decisiones las que determinan el final que tendrĆ”n y las consecuencias para todos los personajes de la historia.

Pedro –estelarizado por Alfonso MejĆ­a–, hijo de una madre soltera desobligada que no le importa nada el niƱo, conocerĆ” a El Jaibo y quedarĆ” deslumbrado por lo indomable del carĆ”cter de Ć©ste. El miedo y el respeto harĆ”n presa de Pedro, hasta que es culpado de un delito que Ć©l no cometiĆ³. A pesar de criarse en la calle, Pedro sigue siendo un pequeƱo inocente y con buenos sentimientos.  






Por otro lado, El Jaibo (Roberto Cobo) es el malhechor que tiene el rencor en su sangre, contra todo aquello que represente autoridad o que, simplemente, vaya en contra de su voluntad. Es un joven re-incidente, que toda su vida ha estado entrando y saliendo de la cƔrcel, desde el tutelar hasta el penal.

¿Podemos identificarnos con los personajes? No lo sĆ©, pero son tan reales, sus historias tan vĆ­vidas que no tener, aunque sea un poco de empatĆ­a, nos harĆ­a completamente insensibles.


Se puede decir mucho mĆ”s de una pelĆ­cula tan controvertida aĆŗn hoy en nuestros dĆ­as, pero ¿para quĆ©? Lo mejor es volver a disfrutarla, llorar si se quiere, de tristeza, de impotencia o, tambiĆ©n, porque las cosas no han cambiado a pesar de la distancia (los motivos para hacerlo sobran). MĆ”s de 64 aƱos nos separan de esa historia y seguimos igual. Tal parece que BuƱuel, mĆ”s que un director (un gigante) de cine, era un visionario o un profeta. Quien al ver esta obra de arte no se identifique con su realidad, es que tal vez viva en otro mundo, aĆŗn asĆ­, es una pelĆ­cula imperdible que tambiĆ©n nos invita a la reflexiĆ³n. Y, por cierto, la pelĆ­cula cuenta con un final alterno, para quienes gustan de los finales felices.



AsĆ­ es que si en estos dĆ­as deciden quedarse en casa y no salir a pasear, ni conocer los lugares que el DF tiene para mostrarles o, simplemente, quieren quedarse en casa y disfrutar de unos arrumacos con su pareja, convivir con su familia (lo que gusten y/o con quien gusten) aquĆ­ tienen una grandiosa opciĆ³n para pasarla genial.

Por Ćŗltimo, los dejo con una rolita de Los Muertos de Cristo que refleja, sin duda, lo que BuƱuel supo mostrar, a travĆ©s del lente, con maestrĆ­a y magia.




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