Exposiciones permanentes en el Museo de Arte Popular - DFMente

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viernes, 27 de junio de 2014

Exposiciones permanentes en el Museo de Arte Popular


Ubicado en la esquina de Revillagigedo e Independencia, y casi frente al Teatro Metropolitan, el museo se antoja para ser visitado en una especie de amor a primera vista. El moderno edificio de cuatro plantas resulta sumamente atractivo desde fuera, y su interior no desentona: la bienvenida nos la da un enorme alebrije para después entrar al patio principal y encontrar el cubo de la escalera o bien, el elevador que permite una bonita vista panorámica de lo que vas a disfrutar. Por cierto, un par de tips: vayan bien abrigados porque la administración deja el aire acondicionado a todo lo que da, y no entren sin haber comido antes (sobre Independencia está La Texcocana, una tortería muy pequeña que apenas notas pero que vende unas tortas de carnitas acompañadas de una salsa que está de 10), porque lo que encontrarán durante el recorrido les tendrá entretenidos por lo menos un par de horas.


Si bien las salas no están ubicadas en un orden específico, yo recomendaría comenzar la visita desde arriba, en forma descendente. Así, podrán conocer primero la Esencia del Arte Popular Mexicano, sala donde el visitante podrá descubrir a través de un mapa mural obra del ilustrador y pintor Miguel Covarrubias, videos explicativos de la relación entre arte y medio ambiente, y excelsas muestras del arte autóctono de cada región, que buena parte de la grandeza de nuestros artesanos reside en la sabiduría y sentido de lo práctico de que hacen gala al conocer los materiales que el entorno, por sí solo, les brinda, y después convertirlos en trabajos que van de lo sublime, de ser merecidamente considerados auténticas y valiosas piezas de museo, a la vida sencilla (pero no por eso, menos bella) de nuestros pueblos, lo cual se puede apreciar en la sala El Arte Popular y la vida cotidiana. El talento se hace notar en los elaborados vestidos de la mujer oaxqueña y en las exquisitamente curtidas y trabajadas pieles que forman parte esencial del outfit tradicional tamaulipeco; se ve en los enseres de cocina y en los utensilios que no pueden faltar en la mesa de una familia tradicional mexicana: platos, vasos, copas, charolas de distintos materiales y acabados. Se nota también, ¡y cómo no! en los bellos juguetes que durante generaciones hicieron felices (y lo siguen haciendo, o al menos yo aún los encuentro fascinantes, con todo y que estamos rodeados de consolas y gadgets) a tantos niños: camioncitos que puedes jalar con un lazo (troquitas, me comentó mi papá que les decían allá en su pueblo de Zacatecas, cuando él era niño), ruedas de la fortuna, gallitos de pelea que no sangran ni mueren pero sí entretienen, trompos y baleros, carruseles, caballitos de madera para montar.


El arte se cuela en todos y cada uno de los aspectos idiosincráticos mexicanos, y la religión no podía ser la excepción. La sala El Arte Popular y lo sagrado abarca, principalmente, el dogma católico desde su aspecto de importación y la fusión con las creencias populares de cada una de las regiones que tocó en este país. Así, encuentras desde representaciones de la crucifixión de Jesús realizadas en distintos materiales, hasta las máscaras rituales que han formado parte del catálogo artesanal mexicano desde tiempos prehispánicos, en que se utilizaban para unir la carnalidad de sus portadores a la inmensidad del cosmos y después, con el paso del tiempo y la fusión cultural, terminarían integrándose a los medios utilizados por los españoles para convertir al catolicismo a los indígenas, quienes fueron los encargados de sacarlas de su mera función dogmática y convertirlas en obras de arte que en estos tiempos, además de constituirse en las piezas más llamativas de cualquier coleccionista, engalanan festividades como la Pascua y el Día de Muertos con sus alegres colores y diseños. ¡Por cierto, y hablando del Día de Muertos! esta festividad no podía quedarse fuera de contexto, así que dentro de esta misma sala existe un pequeño apartado dedicado a ella en la que nuestra entrañable Catrina y compañía hacen acto de presencia en las más divertidas posturas y situaciones.




Otro de los rasgos más característicos de la cultura popular mexicana es su imaginario colectivo, poblado de seres tan increíbles como la mente pueda concebirlos. La sala El Arte Popular y lo fantástico alberga apenas una mínima parte del magnífico bestiario que habita, según las leyendas, las selvas, bosques y desiertos de nuestro país; los sueños y pesadillas, las noches, la parte de debajo de las camas y los rincones más oscuros e inaccesibles de las casas (y no, no me estoy refiriendo a las cucarachas). Entre alebrijes y nahuales te tomarán de la mano para acompañarte a recorrer la última de las salas de exposición permanente en este museo.

Así, espero se les antoje visitar tan hermoso y llamativo museo, ya sea mañana o el domingo (tip: el domingo la entrada es gratis). Mientras tanto, me despido recordándoles que podemos mantener el contacto a través de Facebook y de El Pensador Mexicano. ¡Excelente fin de semana para todos!




Saludos Vagabundos


2 comentarios:

  1. Me parece súper interesantísimo tu artículo. El arte popular mexicano es riquísimo, tiene un hermoso sello que lo individualiza y caracteriza. Cuando hay exposiciones acá, me gusta apoyar los artesanos visitándolos y comprando, porque así logras la preservación de sus identidades culturales.
    Que tengas un lindo fin de semana.

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    1. Haces muy bien, Yessy; si hay tradiciones que deben preservarse en nuestro país, son las del arte propio, autóctono, ese que nos da identidad. Es genial que los apoyes cuando tienes posibilidad, ojalá sigas haciéndolo durante mucho tiempo.

      Excelente inicio de semana :-)

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